Animales racionales
8 oct. 25
Cuando dos leonas hambrientas se encuentran ante el cadáver de una rica gacela muerta por una rama que ha caído sobre ella, lo lógico es que, antes que nada, evalúen sus respectivas fuerzas para saber si vale la pena luchar. Si la diferencia es máxima, lo lógico es que quien más pueda, pa' ella. Si no, pueden pelear a muerte con lo cual el ganador se queda con toda la comida y el perdedor pierde hasta la vida. O pueden negociar: la mitad para cada uno o, mejor, a cada cual según sus necesidades, si lo que les interesa es la supervivencia de su propia especie. Son racionales.
Si son humanos, pueden llegar a que lo primero sea pelarse y lo último plantearse el porqué. En todo caso, en medio de la pelea, suelen olvidar cuál fue la gacela en conflicto: hay que ganar, abramos las ventanas a un nuevo día, nuestra familia se merece nuestra esperanza. Pero si son racionales, puede que se encuentren en un dilema del prisionero (no acabo de entender su último cuadro. Pero esa es otra guerra): seguir peleando sea la peor opción si la toman ambos... y esa acaba siendo la opción que se toma pensando que si yo me rindo y él sigue peleando, él (ello) ganará todo y yo lo perderé todo. Si ambos rindiesen las armas, sería la mejor solución racional para ambos.
Aplicando estos esquemas racionales a situaciones humanas, la cosa se complica un poco ya que no sólo intervienen las respectivas fuerzas, las diferentes perspectivas de victoria, las diferentes capacidades negociadoras, sino que se añaden las diferentes perspectivas de conseguir apoyos significativos de terceros que alteren la correlación de fuerzas: Quién puede ayudar a quién.
En ese caso, entran otros intereses. Cada tigresa puede buscar aliados que amplíen su capacidad de respuesta... y victoria. Haberlos, háylos. Y vuelta a empezar: peleamos o negociamos, suma positiva, suma negativa, dilema del prisionero y todo eso.
Y es que el problema es la gacela. Si se trata de un enfrentamiento armado, el cuándo estalló es importante, pero entender en qué consiste y cuánto tiempo lleva a leonas y leones enfrentados por comerse a la rica gacela es más importante que enzarzarse en discusiones sobre quién tiró la primera piedra, si todo empezó con Moisés o fue el arreglo, tal vez chapucero, para remendar una situación específica como fue la shoah alemana. O es que, últimamente, las gacelas escasean.
Cosa que no hay que olvidar cuando las frustraciones de un tigre se trasforman en inventarse un enemigo (una gacela) al que castigar por todos los propios males. Porque, pisando terreno, eso es el anti-judaísmo o la islamofobia o el anti-inmigrantes cuyo crecimiento puede preverse sin especular demasiado.
Alta probabilidad de equivocarme, pero estoy mezclando desde las elecciones en mi Bolivia, la discusión constitucional en el Ecuador, el trumpismo en la Unión Europea y fuera de ella por un lado y, por otro, a Taiwán, Pakistán y lo que venga en Argentina. Me he pasado, lo sé. Porque África existe. Cosas de la edad. Lo que sí sé es que el animal humano no pertenece a especie teórica de los animales racionales y no porque se emocione por los niños muertos, sino porque olvida las causas de los conflictos y lo más que pretende es o que ganen los míos o que, por lo menos, cuesten menos vidas.
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