Hagan juego, señores

 22 oct. 25

Habrá que optar, dice Le Monde, los gobiernos de la OTAN que

prometieron, a 20 de junio, en la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un aumento histórico de sus presupuestos militares, hasta alcanzar el 3,5% de su producto interior bruto (PIB) —e incluso el 5%, incluyendo todo el gasto en seguridad—, frente al 2% actual. Por otro lado, ya registran grandes déficits, mientras que el envejecimiento de la población y las necesidades de la transición ambiental exigen presupuestos cada vez mayores.

Efectivamente, tendrán que optar o, por lo menos, combinar

 ¿El ejército o la sanidad? ¿La defensa o el estado del bienestar? En toda Europa, mientras la guerra en Ucrania continúa en su apogeo y el apoyo militar estadounidense sigue siendo muy incierto, muchos gobiernos se enfrentan a esta difícil decisión presupuestaria.

 No "piensan globalmente para actuar localmente", que sería su papel. Ni "piensan localmente para actuar globalmente", que se deja a los que pelean por la hegemonía. Se quedan en un cortoplacismo pensando localmente para actuar localmente. Pero ahí la cosa empeora.

No sólo está el zar Putin. También está la crisis climática actual. Sea cambio climático o no, los efectos económicos y sociales son ya visibles, aunque sea a corto plazo, pero locales, sí. Y el envejecimiento de la población va acompañado (como en otros países como la China o el Japón) de una reducción de la natalidad, con lo que la reposición de la fuerza de trabajo habrá que buscarla en algún sitio, celestial para los contrarios a la inmigración. Y, cierto, la deuda pública que arrastran (casos del 100 % del PIB) no da para muchas alegrías.

Pues nada, a discutir si cambios al horario de invierno ahora, el año que viene o nunca. O las pensiones, claro. O la salud pública, que en eso no están solos. Y lo que sea, sonará.

Por cierto, ¿recuerda que Cisjordania existe? Pues no la pierda de vista.

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